Los profetas de hace un siglo

En 1913, cuando se construyó el campo de San Mamés, el Athletic de Bilbao tenía el mejor equipo de España. Era el equipo que ganó tres copas consecutivas (1914, 1915, 1916) en una época en que aún no existía la Liga, entrenado por el inglés William Barnes y sostenido por dos futbolistas estelares: el gigantesco mediocentro Belauste y el ariete Rafael Moreno, Pichichi.

Belauste, José María Belausteguigoitia Landaluce, nacionalista vasco, fue el héroe de la primera selección española en los Juegos Olímpicos de Amberes (1920). Fue él quien gritó en un partido ante Suecia aquello de «¡A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo!», o algo parecido, porque ni el propio Belauste, muerto en México en 1964, recordaba la frase exacta, y quien efectivamente arrolló a tres o cuatro defensas para meterse en la puerta con el balón.

Hace un siglo, sin embargo, el Athletic y el fútbol español estaban apenas evangelizados en la nueva religión del balón y su conocimiento del juego era muy tosco. Cada visita de un club inglés constituía una revelación. Y una derrota tremenda. Los futbolistas de ultramar, muchos ya profesionales, bien entrenados y con una técnica refinada, eran como misioneros en tierras balompédicamente paganas, o profetas del deporte futuro.

En su clásico Historial del Athletic Club de Bilbao (hoy Atlético), de 1941, Francisco González de Ubieta habla del primero de los equipos ingleses que visitaron Bilbao en la primavera de 1914, justo antes de la Gran Guerra: «Sobre el Clapton Orient corrían fantásticas versiones; podía meter al Athletic los goles que quisiera y cuando quisiera. Un marino habituado a la travesía Bilbao-Inglaterra aseguraba que los profesionales daban un efecto al balón como si fuera una bola de billar, y con cuyo efecto no había manera de impedir que la pelota se fuese a la red».

El Clapton Orient, o Leyton Orient, fundado en 1881 por estudiantes de un instituto puritano, tenía en 1900 un estadio para 40.000 espectadores. En 1913, cuando llegó a Bilbao, ya estaba en decadencia. Dio igual. Pese a que el Athletic se reforzó con jugadores del Racing de Irún y del Arenas, perdió sus dos partidos con el Orient por 5-2 y 4-1.

Aún más sabio era el equipo que llegó después: el English Wanderers, o Wanderers a secas, que, según bastantes teóricos, entre 1860 y 1870 había inventado el fútbol contemporáneo. Su delantero centro, Charles William Alcock, simultaneaba los remates con la dirección de la Football Association, de la que fue fundador, y con el establecimiento de normas como la del fuera de juego. Noblesse oblige, Alcock fue, el 31 de marzo de 1866, el primer futbolista al que se pitó un off side. La otra estrella de los Wanderers era Arthur Kinnaird, undécimo Lord Kinnaird, tan fiable pasando el balón como pateando las espinillas de los adversarios. Kinnaird presidió la Football Association durante 33 años hasta su muerte, en 1923, y admitía como federativo que como futbolista no se le debía haber permitido permanecer en el campo más de cinco minutos, por la brutalidad de sus entradas.

Alcock y Kinnaid idearon y practicaron el juego de combinación, que luego teorizó Alcock como «método científico para la práctica del fútbol». El despliegue de los Wanderers, que se pasaban el balón unos a otros y enloquecían a los rivales, fue el modelo seguido después por los equipos europeos. Como el Orient, los Wanderers eran ya una formación mediocre cuando realizaron sus giras europeas.

Los Wanderers jugaron tres partidos en el San Mamés de 1914. Ganaron los dos primeros, 5-3 y 6-0. El tercero lo empataron 2-2. Después de Bilbao, los Wanderers viajaron a Budapest para enfrentarse al Farencvarossi Torna Klub (hoy conocido como Ferencvaros), el equipo más célebre del momento. Los ingleses sufrieron en Hungría unas goleadas de escándalo.

El Ferencvarossi también pasó por Bilbao en 1914, para jugar dos partidos. El primero lo ganaron 5-2. El segundo no pudo concluirse. Así lo explicó González de Ubieta: «Este partido no llegó a su fin por una serie de incidentes que se produjeron como consecuencia de la agresión del medio derecha húngaro al exterior izquierda bilbaíno. En ese momento, aun cuando el tanteador marcaba un 2-0 a favor de los visitantes, la presión del Athletic se hacía cada vez más intensa, los ánimos fueron caldeándose y los centroeuropeos, no muy seguros del triunfo, recurrieron a toda clase de ardides y violencias». O sea, que los húngaros ganaban por 2-0 pero estaban desesperados por la presión del Athletic. Como se ve, el forofismo periodístico es casi tan antiguo como el fútbol.